EL VERDADERO CAMBIO ES CAMBIO DEL INTERIOR.

 

Un pecado genera una herida, y vivir cometiendo errores, pecados nos dan más heridas, aunque muchas veces no era consiente en lo que fallaba  algo se rompía dentro de mí, no me reconocía, sentía que retrocedía cien pasos de uno que avanzaba y eso causa un dolor profundo cuando en tinieblas por dentro nos hallamos y en lo superficial sonreímos a los demás, en esos años yo vivía triste con dolor profundo por todas aquellas cosas que enfrente y perdida me hallaba como una ovejita fuera del rebaño ,se sentía como recorrer caminos sin saber a dónde iría llevándome mi vida, ¿cuál era la meta?  Porque ya nada me motivaba a ser feliz, el haberla perdido me impedía vivir, si había un gran vacío pero hoy sé que aunque en esos años por mas sola que me sentí, por más dolor que sufrí, por más errores que cometí él estuvo a mi lado  cuidando de mi sin decirme nada…Jesús en silencio con amor velaba por mí, hasta que un buen día del 2018 ese amor me vino a sostener y fui consciente de que todo lo que buscaba lo hallaría en él.

Dios todo lo hace nuevo  quiero contar mi querida lzdlna que mi deseo profundo por cambiar mi vida, mi mentalidad, mi corazón y todo lo que soy, de poder ahora reconocerme a mí misma como su hija, y amarme lo hago por amor a él y su sagrado Corazón, porque no olvido ni un solo día que murió por mí, que todo él lo entrego por mí y que en mi experiencia de vida vino a mi encuentro cuando decidí buscarlo , fue desde ese día que mi vida cambiaria para siempre y dejaría todo atrás , nació mi deseo de cambiar desde el interior y volver a empezar una nueva vida ,y en esa búsqueda hoy todo lo sigue renovando, es increíble cómo va transformándolo todo siento que cada día tiene más detalles de amor, incluso si fallo con mucho amor y delicadeza me sigue amando y perdonando por eso quiero corresponder el amor que él nos da .

Sé que la lucha para quienes buscan ese cambio, saben que es difícil porque hacer lo correcto y ser bueno no es algo sencillo, seguiremos cayendo, seguiré teniendo errores, días tristes, obstáculos, etc pero en cada caída que hoy tengo es él, mi fuerza y quien me levanta, en esa misericordia infinita que al caminar sé que no estoy sola  ni un solo día de mi vida por eso es que busco estar con Él apenas abro los ojos y darle gracias por tanto.

Y si cada pecado en mi vida me ha dolido y dejado heridas profundas hoy me reconozco pecadora, con mis miserias pero tengo la fe que él pueda hacer cosas grandiosas con ellas tantos años viviendo alejada de la verdad, de Dios, de mí, pero sobre todo de quien fui llamada a ser, de esa persona quien fui creada para ser; por eso sé que al rechazar ese camino pues estaba rechazando el camino que Dios espera de mí. El verdadero cambio es este: el cambio del interior, el que más cuesta, sé que no es fácil, son luchas para poder estar con él, ponerlo primero en todo y buscar agradarle a él siempre, porque  únicamente viviendo en su amor y su ley  todos seremos  plenamente felices, y no  solo nos ira bien en una sola cosa sino en todo porque ¿qué otra cosa más un padre quisiera para sus hijos? , si no es que le vaya bien en todo y sea feliz.

 

Hay que volver al corazón, volver al amor, hallar nuestra propia libertad, la libertad interior…preparar el camino y tener dispuesto un corazón sencillo para avanzar,  todo es posible para Jesús quien nos ayuda cargar nuestras propias cruces, sana heridas y devuelve la vista, por eso quiero sanar todas mis heridas, todo lo negativo, lo que no me agrada de mí y me desconecta de él, Y  ver con más claridad cada día de mi vida. El cambio del interior se trata para mí de buscar tener un corazón limpio, vivir en pureza de alma, de cuerpo y en comunión con los demás pero sobre todo con Dios

 Y si podemos cultivar ese cambio en nuestro interior y luchar o amenos intentar ganarnos el cielo aun viviendo en la tierra, nuestro padre siempre nos recompensara, porque así es el amor de nuestro Dios.  Santa Teresita nos decía “Quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra".

Busquemos la santidad a la que todos hemos sido llamados.